Bradicardia, ¿Que es?, sintomas

¿Que significa bradicardia?

Cuando practicamos deporte debemos prestar atención a multitud de aspectos de nuestro organismo, especialmente si la intensidad con la que nos ejercitamos es elevada. Esta atención la podemos centrar en dolores articulares y musculares, sensaciones de mareo, y, como no, en nuestro corazón. Resulta fundamental que controlemos nuestras pulsaciones mientras realizamos la actividad física para evitar entrar en un umbral peligroso para nuestra salud, pero también debemos tener en cuenta que, una vez finalizada la actividad, un número de pulsaciones muy por debajo de lo normal puede resultar peligroso para algunas personas.

La bradicardia se define como el ritmo cardíaco más lento de lo que se considera normal, es decir, por debajo de las 60 pulsaciones por minuto, con la posibilidad de que, además, este latido se produzca de forma irregular, es lo que se conoce como arritmia.

Uno de los problemas que presenta esta situación es que el corazón puede no ser capaz de bombear el oxígeno suficiente a nuestro organismo a través de la sangre. Este problema será más habitual en personas no deportistas que en aquellas que realizan una actividad deportiva de manera regular, ya que en estas últimas el organismo sufre una adaptación de manera que se consigue el mismo rendimiento, en cuanto a aporte de oxígeno a través de la sangre se refiere, con un número menor de latidos por minuto del corazón, es lo que se conoce como bradicardia sinusal. En cualquier caso, aunque el riesgo de padecer un problema de salud sea menor en personas deportistas, no se debe descuidar el control y seguimiento del estado de salud del corazón.

Bradicardia sinusal sintomática

Hablamos de bradicardia sinusal sintomática cuando el número de latidos por minuto del corazón es menor de 60, y esta situación se origina debido al consumo de ciertos medicamentos en algunos casos, o cuando es producida por una alteración anatómica del nódulo sinusal del corazón (disfunción del nódulo sinusal).

La disfunción del nódulo sinusal es una de las causas debido a las cuales se hace necesario la implantación de un marcapasos, ya que se trata de un trastorno crónico y progresivo que se da principalmente en ancianos. La aparición de este problema durante la adolescencia es algo inusual, suelen darse los primeros casos a partir de los 50 años y el máximo de casos aparece a partir de los 70 u 80.

Las personas que padezcan esta disfunción pueden presentar síntomas relacionados con mareos, vértigos, fatiga, incapacidad mental (debido a la falta de aporte de oxígeno al cerebro), aturdimiento, desmayos e insuficiencia cardíaca congestiva.

Respecto a los medicamentos que pueden causar una ralentización de los latidos del corazón encontramos los parasimpaticomiméticos (medicamentos que producen efectos equivalentes a las acciones del sistema nervioso parasimpático, entre los cuales se incluye la acetilcolina, betanecol, carbacol, metacolina, nicotina, muscarina y pilocarpina), el litio, la amiodarona, los betabloqueantes (fármacos utilizados para tratar algunas patologías y enfermedades cardíacas como pueden ser la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca, la angina de pecho, las arritmias o la miocardiopatía hipertrófica), la clonidina, la propafenona, la digoxina y los calcioantagonistas.

Bradicardia sinusal asintomática

Hablamos de bradicardia sinusal asintomática cuando aparece en personas jóvenes y adultas que realizan actividad física a una intensidad elevada de manera regular en el tiempo, y, generalmente, esta situación tiende a remitir con la edad.

También puede darse el caso de padecer bradicardias durante el sueño o cuando una persona vomita. En estas situaciones no debería alarmarnos el observar un pulso por minuto menor de 60, ya que no es debido a ningún defecto de nuestro corazón que pueda suponer un riesgo para la salud, pero ello no quiere decir que nos podamos olvidar del asunto y dejar de controlar su funcionamiento.

Existen también otras enfermedades que pueden provocar la aparición de bradicardia, como el hipotiroidismo o la anorexia nerviosa. También existen personas que, ante una situación de impresión ante algo desagradable, por ejemplo, un corte del que mane sangre en una cierta cantidad, padecen una situación de bradicardia y sufren un desmayo. Otras causas que llevan a esta situación pueden ser el sometimiento a cirugías oculares, padecer meningitis, la presencia de tumores intracraneales o cervicales, la hipotermia, el haber padecido recientemente alguna infección grave o la depresión.

Cómo influye el ejercicio en nuestro corazón

Todos los cambios que sufre el corazón de las personas que realizan deporte con regularidad son considerados la respuesta fisiológica normal al intenso entrenamiento físico, y es lo que se conoce también como el síndrome del corazón del deportista (o atleta), y que incluye un elevado número de variantes clínicas en lo referente a la estructura y funciones cardíacas que se observan en las personas que lo padecen.

Los principales cambios estructurales y anatómicos que se producen en el corazón de las personas que realizan ejercicio físico intenso de manera regular también se van a ver influidos por factores constitucionales de la propia persona (masa corporal, sexo, edad y factores genéticos), y también por factores externos a la persona (tipo de ejercicio, intensidad y duración). Los cambios más habituales son:

  • Aumento del grosor de la pared ventricular izquierda. Los valores habituales se sitúan entre un 15 y 20 por ciento mayor que la de una persona con un estilo de vida sedentario.
  • Aumento de la masa ventricular izquierda, llegando a ser un 45 por ciento superior a los valores habituales.
  • Aumento de un 10 por ciento del volumen telediastólico ventricular izquierdo. El volumen telediastólico es el volumen de sangre que se almacena en el ventrículo al final de la diástole, es decir, en el momento en el que el corazón se relaja después de una contracción.

Todos estos cambios estructurales que se producen en el corazón son detectables gracias a la realización de los ecocardiogramas, en los que se utilizan ondas sonoras para producir una imagen del corazón y de esta forma medir los cambios.

En cuanto a los cambios producidos desde el punto de vista funcional, la respuesta adaptativa del corazón al entrenamiento es la bradicardia. Es habitual que a partir de la segunda semana de haber empezado a realizar un entrenamiento deportivo de resistencia se aprecie una leve reducción de la frecuencia cardíaca.

La cuestión, para evitar preocupaciones sobre el estado de salud de la persona, es saber que todas estas variaciones fisiológicas y funcionales son consecuencia de la realización del ejercicio físico y que no han aparecido a causa de cualquier otra patología que pueda constituir una cardiopatía. A la hora de someternos a un examen médico, la presencia de estos síntomas obligará a buscar la causa de su existencia, seamos personas deportistas o no, por lo tanto, es importante conocer los antecedentes familiares sobre las diversas cardiopatías que se hubieran podido producir, y los propios antecedentes de la persona en cuestión en lo referente a síncopes y soplos que hubiera podido padecer con anterioridad.

No esta de más incluir la definición de síncope, siendo este la pérdida pasajera del conocimiento a la vez que se paraliza, por un breve lapso de tiempo, el movimiento del corazón, y que se debe a la falta de riego sanguíneo en el cerebro. Por tanto, el haber padecido síncopes con anterioridad a la práctica habitual del ejercicio físico no resultará una buena señal en el caso de que, aún tratándose de una persona deportista en la actualidad, se le diagnostique bradicardia tras un examen médico. En el caso de no haber padecido nunca tales problemas, y la ausencia de antecedentes familiares en lo referente a cardiopatías, convierten a la bradicardia en un hecho con una importancia menor, consecuencia normal del entrenamiento físico.

El diagnóstico de bradicardia en una persona que padece el síndrome del corazón del deportista es, en la gran mayoría de los casos, un hecho normal y que no requiere mayor preocupación, a no ser que nos encontremos en la situación descrita en el párrafo anterior: antecedentes, tanto familiares como personales, de cardiopatías.

¿Qué ocurre cuando dejamos de entrenar durante un tiempo o totalmente?

Cuando interrumpimos de manera temporal o definitiva nuestro entrenamiento deportivo se produce una regresión de todas las adaptaciones que ha sufrido nuestro corazón. En un rango de unas pocas semanas se produce una disminución de entre un 30 y un 50 por ciento de los cambios producidos, siendo las adaptaciones funcionales, como la bradicardia, las primeras en sufrir esta disminución, llegando a desaparecer todos los cambios producidos si el cese de actividad deportiva de alta intensidad es total.

La arritmia sinusal

También resulta muy habitual el diagnóstico de arritmia sinusal acompañado al diagnóstico de bradicardia. Una arritmia sinusal es una alteración de la frecuencia cardíaca de tipo adaptativo y, en algunas ocasiones, puede llegar a alcanzar los 160 latidos por minuto. No se trata de una arritmia peligrosa ya que es una respuesta normal del corazón al ejercicio, produciéndose el latido de forma regulada, y que se da en otras situaciones, por ejemplo, cuando se siente miedo o dolor.

Este trastorno del pulso aparece cuando el nodo sinoauricular estimula al corazón para que lata a mayor frecuencia sin que exista una razón o motivo aparente. La frecuencia cardíaca normal de una persona se sitúa entre las 60 y las 80 pulsaciones por minuto, para considerar la existencia de la arritmia sinusal se deben sobrepasar las 100 pulsaciones por minuto.

En un principio este tipo de arritmia no requiere ningún tratamiento, aunque en casos que sean severos y los latidos supongan una molestia o limitación a la hora de realizar cualquier actividad laboral o cotidiana, es posible que se deba recurrir a la utilización de fármacos antiarrítmicos.

¿Son peligrosos los cambios que sufre el corazón?

El aumento de masa muscular que sufre el corazón como consecuencia de su adaptación al ejercicio físico no presenta peligrosidad alguna, todo lo contrario, le permite a la persona obtener un rendimiento físico mayor aún reduciendo el número de pulsaciones por minuto a valores inferiores a los considerados normales (bradicardia).

Pero volvemos al problema que estamos tratando, se debe estar completamente seguro que estos cambios son consecuencia de la adaptación a la actividad física, y no indican ningún otro tipo de problema cardíaco, como podría ser una cardiomiopatía hipertrófica, que es una enfermedad genética caracterizada por el aumento del grosor de las paredes del corazón, y cuyos síntomas asociados son fatiga, dolor torácico y la pérdida de conciencia. Diagnosticar el síndrome del corazón de atleta a una persona deportista que en realidad padece cardiomiopatía hipertrófica podría tener consecuencias fatales, ya que se expondrá a esta persona a un riesgo elevado de muerte súbita, por lo tanto, se vuelve a poner de manifiesto la importancia de conocer los antecedentes familiares y personales en este tipo de patologías.

¿De qué formas se pueden diagnosticar la bradicardia y las arritmias?

Son varias la pruebas que pueden ayudar al diagnóstico de la bradicardia y de la arritmia sinusal que en un elevado número de ocasiones la acompaña.

Electrocardiograma

Una forma es mediante un electrocardiograma, de hecho, es el tipo de prueba más utilizada para el diagnóstico de enfermedades o problemas cardíacos. Cada latido de nuestro corazón genera actividad eléctrica, y gracias al electrocardiograma podemos ver como es esa actividad y detectar alteraciones en el ritmo cardíaco. Mediante unos pequeños electrodos situados en nuestro pecho y brazos permite analizar el ritmo y regularidad de los latidos, y el tamaño y posición de las aurículas y ventrículos.

Pruebas de esfuerzo

Las pruebas de esfuerzo son otra de las formas de detectar cualquier problema que pueda estar presente en nuestro corazón. Estudian la respuesta que este tiene frente al ejercicio físico progresivo y permiten detectar la presencia de arritmias que no se manifiestan en situación de reposo, y también permite observar si el ritmo cardíaco aumenta de manera normal.

Monitor Holter

Otra forma de diagnóstico se basa en la utilización de un monitor Holter. Se puede decir que es un pequeño electrocardiógrafo portátil que se puede llevar perfectamente en el bolsillo o en el cinturón y que permite registrar y guardar la actividad cardíaca de nuestro corazón durante un periodo de entre 24 y 72 horas, de esta forma se puede observar la frecuencia cardíaca a lo largo de uno o varios días mientras se realizan acciones cotidianas.

También existen dispositivos portátiles similares al monitor Holter pero que, en este caso, están destinados a la monitorización de los latidos del corazón durante semanas. Estos aparatos tan solo entrarán en funcionamiento cuando la persona los active, y esto será cuando sienta que su frecuencia cardíaca es menor de lo habitual.

 

Prueba ortostática

Por último, es posible realizar también una prueba ortostática. Una de las consecuencias de una frecuencia cardíaca lenta es la insuficiencia de riego sanguíneo, especialmente en las zonas elevadas de nuestro cuerpo (cabeza). La prueba consiste simplemente en permanecer tumbado en una camilla e incorporarse a la posición de pie, este cambio de posición, en caso de existir un déficit de riego que se dará de forma más habitual en personas no deportistas, podría causar un desmayo o síncope y, de esta manera, ayudar a establecer un diagnóstico.

Causas que provocan la bradicardia

Cuando no nos encontramos ante un caso de bradicardia originada por la realización de actividad física intensa, son varias las causas que pueden haber originado su aparición:

  • Daños que se producen en el corazón debidos al envejecimiento normal.
  • Tensión arterial elevada
  • Defectos o alteraciones presentes en el corazón desde el nacimiento.
  • Desequilibrio en el nivel normal de electrolitos que intervienen en la transmisión de impulsos eléctricos al corazón.
  • El uso de medicamentos citados anteriormente en este texto.
  • Infección de tejidos situados alrededor del corazón.
  • Daño en los propios tejidos del corazón producido por un ataque.
  • Problemas relacionados con la glándula tiroides.

Cuando esta situación no se produzca a consecuencia del ejercicio físico, y, además, no pueda ser revertida, como por ejemplo en el caso de que sea causada por la ingesta de determinados medicamentos, el tratamiento dependerá del tipo de conducción eléctrica, no obstante, lo más usual en estas enfermedades es implantar un marcapasos, estos, son dispositivos pequeños que se implantan bajo la piel, favoreciendo el ritmo cardíaco.

Este aparato, supervisa frecuentemente el ritmo del corazón, mandando pequeños estímulos eléctricos para que el corazón funcione a un ritmo normal. Esto sería una solución eficaz para corregir la bradicardia en aquellas personas que pueda suponer un riesgo para su salud.

Como conclusión, la existencia de bradicardia en personas que realizan una actividad física intensa y de manera regular en el tiempo no supone ningún tipo de problema para su salud, de hecho es algo que entra dentro de la normalidad, lo preocupante es interpretar esta bradicardia como una consecuencia del síndrome del corazón del deportista cuando pueden existir otros problemas no detectados en el corazón de la persona en cuestión, como antecedentes de síncopes o cardiopatías, tanto familiares como personales.

No obstante, como vemos, todo tiene solución, sin embargo, debemos de prevenir este tipo de enfermedades cardíacas controlando de manera periódica el estado de salud de nuestro corazón y continuando con nuestros hábitos saludables, no esperes más para cuidarte y evitar este tipo de enfermedades.


Dr. Felipe Soria Martins
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